martes, 2 de noviembre de 2010

Todo comenzó aquí

El pasillo estaba completamente oscuro, cada segundo sentía un algo que palpaba mi cuerpo y aunque en la distancia solo existía el negro este lugar me daba mala impresión. Al fin vi el reflejo de luz que buscaba, estaba allí frente a mí como la esperanza, que alegoría de mis pensamientos.

Me dirigió aquella ansiedad de mi cabeza hacia la luz, ¿que habría mas allá?, supongo que sería peor el lugar del que yo vine.

-¡Tengo ordenes!- decía para mí mismo, supongo que para darme ánimos.

Ya por fin atravesé la luz y aparecí en una sala redonda, iluminada por una gran lámpara de techo de cristal. En las paredes estaban pintados unos lienzos, en los cuales se narraba algún tipo de historia, separados de una columna a otra. Desconocía el significado de esta sala la puerta por la que vine se cerro en medio de mis pensamientos, ahogando mi posible retirada. La habitación quería que yo estuviera ahí y que conociera algo que a mi se me escapaba.

Lo primero que hice fue comprobar las columnas, no recuerdo el tiempo que había sabido de ellas, sin embargo su formas acanaladas me decían que eran griegas y muy antiguas, estuve mucho tiempo buscando entre cada una la posibilidad de localizar algún posible interruptor, algo diferente, pero no haye nada.

Observé detenidamente los lienzos, estaban divididos en cuatro partes, tres cuadros a la izquierda y uno a la derecha con un retoque de columnas en el cual se enrollaba una única serpiente, que divida cada sección y que en cada cuadro era de un color diferente. Mire detenidamente cada una de las pinturas, resulto ser la historia de un hombre que atravesaba un prado perseguido por unas sombras oscuras. Este pedía desesperadamente ayuda en cada una de las casas que se iba encontrando, lo mas apreciable es que ese hombre tenía cara de terror cada vez, que se arrastraba frente a las puertas, pero por lo que aprecié, las personas se retiraban o simplemente no abrían la puerta al extraño. Fue entonces cuando considere el penúltimo cuadro e aprecie un cambió significativo. El hombre sonreía y una mujer de rubios cabellos le dejo entrar a su casa; en el siguiente, cuando estuvo dentro, parece que todo se torno de sangre y las sombras salían de la mujer. Busque con la mirada el último, la cara del hombre se torno de miedo, sin embargo una sonrisa surgió en las otras secciones del cuadro. Una sonrisa entre unas manos delicadas mientras su cara se tornaba de rojo.

-¡Así otra vez me encuentro encerrado de nuevo! Esto no tiene nada de divertido, no se si esta habitación dispone de aire y me da la sensación de que cada vez me estoy quedando sin fuerza-dije para mí mismo y pensé: "Esta habitación me quita las ganas de vivir, tengo que resolver este enigma". Y así estuve mucho rato, recapacitando sobre esta historia, pensando: ¿Qué quería decirme la habitación?.




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